Pues bien, me equivoqué. Si, me equivoqué, estaba equivocada, cometí un error, y todo el mundo lo supo en el momento menos yo. Cometí la mayor estupidez de mi vida, la cagué, adiós a... sólo adiós.
¡Pero me arrepiento! No, más bien, "y" me arrepiento. Porque a parte de que sienta muchas cosas sobre ello, me arrepiento.
¿Por qué?
Por que soy tontísima, las cosas van bien cuando las aceptas tal y como son, cuando dejas fluir el agua, que siga su curso. Llevo tiempo intentando explicar esto, pero la mejor forma de decirlo creo que es, que la vida debe fluir como "cagalló per sequia", si no, es una vida forzada. Y yo he forzado tanto la situación que ahora parece de plástico.
Ahora bien, ¿Ya está? supongo que si. Esto no se va a arreglar porque yo después de mil años diga "Oh, he despertado, me aburro, que vuelva todo a la normalidad en 3, 2, 1..". Y lo que es más importante, ¿Qué te crees, que quiero volver a la normalidad? ¡NO! Por dios, no. O si, no lo se, pero echo de menos cosas que antes ignoraba que iba a añorar, y ahora pienso que no hay nada bueno por lo que deba quedarme aquí, pero, ¿y si un día me despierto y echo de menos esto? ¿Y si nunca llega el día en que deje de echar de menos lo que ya no vivo?
Y así termino una vez más con mis divagaciones, sin saber poner punto y final a mis pensamientos. Sin saber qué voy a hacer mañana, ni pasado mañana. Esperando encontrarlo todo hecho y bien resuelto algún día.
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